Tras 13 capítulos y una cuota de pantalla de un 10.7% (algo más de 2 millones de telespectadores) 'Spartacus: sangre y arena' dice adiós a las noches de Cuatro. La producción calificada por la crítica como una de las series más polémicas del año por sus excesivas escenas de sexo y violencia, se encamina a su fin.
La segunda temporada aún tardará en llegar por los contratiempos del rodaje (que tiene como escenario Nueva Zelanda). El personaje principal, Spartacus, que ahora encarna Andy Whitfield será sustituido por Liam McIntyre. La causa, las complicaciones en su estado de salud (ya que padece cáncer) que le impiden, de momento, volver a pisar la arena de Roma. En la segunda temporada asistiremos a la revolución de esclavos que, encabezados por Spartacus, se dirigirán hacia Roma en pro de conformar un ejército. La historia, la de siempre. Parafraseando a Marx, la lucha de clases, oprimidos y opresores.
Y, ¿en qué se basa el éxito de esta primera temporada?, una magnífica recreación histórica, efectos especiales, los personajes, el vestuario, los escenarios y el decorado que trasladan al telespectador a la época de esplendor del imperio romano. Pero, la cara ‘b’ de esta producción se asienta en numerosas escenas de sexo y violencia apoyadas en un lenguaje burdo y repleto de descalificaciones. A eso unimos un exceso de sangre que, verdaderamente ¿es necesario?, ¿el morbo y el sensacionalismo reportan tan altos niveles de audiencia como para prescindir de ellos? Posiblemente si. Aunque hay que tener en cuenta que los espectadores no son tontos y a veces no es necesario mostrar, tan solo sugerir.
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